La pregunta de cómo había comenzado la vida en nuestro
planeta, hace millones de años, capturó la atención de los científicos. Muchos
se inclinaron por la idea de un origen extraterrestre para la vida, entre
ellos, el químico sueco Svante A. Arrhenius (1859-1927). Sin embargo, el primer
conjunto de hipótesis verificables acerca del origen de la vida en la Tierra
fue propuesto por el bioquímico ruso Alexandr I. Oparin (1894-1980) y por el
inglés John B. S. Haldane (1892-1964), quienes trabajaban en forma
independiente.
La idea de Oparin y Haldane se basaba en que la atmósfera
primitiva era muy diferente de la actual; entre otras cosas, la energía
abundaba en el joven planeta. Propusieron entonces que la aparición de la vida
fue precedida por un largo período de lo que denominaron "evolución
química".
Oparin experimentó sus hipótesis utilizando un modelo al que
llamó "coacervados". Los coacervados son sistemas coloidales
constituidos por macromoléculas diversas que se habrían formado en ciertas
condiciones en medio acuoso y habrían ido evolucionando hasta dar lugar a
células con verdaderas membranas y otras características de los organismos
vivos. Según Oparin, los seres vivos habrían modificado la atmósfera primitiva
y esto es lo que habría impedido, a su vez, la posterior formación de nueva
vida a partir de sustancias inorgánicas.
La identidad de las sustancias durante este período es un
tema controvertido, pero se aceptan dos aspectos críticos: había muy poco o
nada de oxígeno presente, y los cuatro elementos que constituyen más del 95% de
los tejidos vivos (hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno) estaban disponibles
de alguna forma en la atmósfera y en las aguas de la Tierra primitiva.
Además de estos materiales simples, la energía abundaba en
el joven planeta. Había energía térmica, calor de ebullición y calor de
cocción. Violentas tempestades eran acompañadas de rayos, que suministraban
energía eléctrica. El Sol bombardeaba la superficie terrestre con partículas de
alta energía y luz ultravioleta. Los elementos radiactivos del interior de la
Tierra descargaban su energía en la atmósfera. Oparin formuló la hipótesis que,
en dichas condiciones, se formarían moléculas orgánicas a partir de los gases
atmosféricos y se reunirían formando un caldo diluido en los mares y lagos de
la Tierra. Dado que no habría oxígeno libre para reaccionar con estas moléculas
orgánicas y degradarlas a sustancias simples, ellas tenderían a persistir. De
esta forma, los compuestos y agregados que tenían la estabilidad química más
grande en las condiciones prevalecientes en la Tierra primitiva habrían tendido
a sobrevivir. Algunas de estas moléculas podrían haber quedado más concentradas
en ciertos parajes por la desecación de un lago o por la adhesión a una superficie
sólida.
La primera verificación de la hipótesis de Oparin fue hecha
en la década de los ’50 por Stanley Miller.
Adaptado de Biología, Curtis y col, quinta edición,
1994